martes, 10 de marzo de 2009

DIA DE LA MUJER

Queremos compartir con Uds. un texto de Virginia Vasches, biliotecaria, madre, esposa, profesora .... en fin, una mujer a tiempo completo que escribió esta maravillosa reflexión...

La imagen y los roles se construyen durante todo el año y desde los comienzos. Pensaba en el espacio de la mujer en los relatos infantiles, cómo perduran y se trasmiten los mandatos “socialmente tradicionales y correctos”. Mucho se ha escrito sobre la imagen de la mujer en libros de lectura y manuales, pero la pregunta es: ¿cuánto se ha cambiado?. Entonces invito a quienes son mediadoras de lectura (bibliotecarias, docentes, escritoras, ilustradoras, editoras, madres, abuelas, tías, hermanas, voluntarias, etc……) a “leer antes de leer” a identificar qué mirada tienen esos textos y decidir cómo leerlos. A emplear recursos como la conversación literaria, la lectura interrumpida, la lectura comentada, etc. para abordarlos y reflexionar.
Pensaba en los libros de Adela Turín, tan poco difundidos en nuestro país: Arturo y Clementina; La chaqueta remendada; Rosa Caramelo, Historias de los Bonobos con Gafas, entre otros. Escritos algunos ya en la década del 60 siguen siendo únicos a la hora de identificar a los personajes femeninos: Clementina, una tortuga agotada de llevar a cuestas su casa y todos los enseres hogareños, decide “desatar el hilo” que aligerará su carga y cambiará su paso ….
Es cierto que podríamos armar una lista de personajes femeninos admirables (hablando de ficción) cercanos a los niños y a los jóvenes y pienso en este momento en las mujeres
de la Saga de los Confines, de Liliana Bodoc, tan integralmente delineadas por la autora, tan seguras, fuertes y sensibles.

Pensaba también qué difusión tuvo en nuestro la país la Colección Entender y Participar, de Libros del Quirquincho editada a fines de los 80, y en modo especial el Nº 19: Los derechos de las mujeres. Escrito por Graciela Cabal e ilustrado por Sergio Kern comienza con un párrafo que al ser leído provocaba y sigue haciéndolo una aguerrida discusión sobre la democratización de las tareas domésticas :
¡Los varones son unos vivos! ¡Empezando por mi hermano! Cuando mi mamá dice: “!Chicos, saquen a pasear al perro!” o “!Chicos! ¿Pueden ir a comprar el diario?”, mi hermano va y dice: “!Yo, voy yo!”, porque a él le encanta salir a la calle, con los amigos. Pero cuando mi mamá dice: “!Chicos, barran el comedor!” o “¿Quién levanta la mesa?”, mi hermano dice “!Ah, no, yo no!!Esas son cosas de mujeres”! ¡Y a mi me da una rabia!
Es preocupante al releerlo después de veinte años porque no necesitaría demasiadas actualizaciones, aquella nena que hablaba de su hermano tal vez tenga 30 hoy, y seguramente sigue luchando por sus derechos, por la igualdad, por desenmascarar las “diferencias inventadas” como decía Graciela Cabal, todos los días…
Justamente Graciela Cabal en “Mujercitas ¿eran las de antes? Y otros escritos. (El sexismo en los libros para chicos)” reúne una serie de textos que con humor y mucha ironía muestran ejemplos de los estereotipos instalados en la educación y en los medios y de las formas encubiertas de discriminación y autoritarismo.
Sherezade, la narradora más famosa salvó su vida y la de muchas mujeres gracias a la narración. Fue un buen ejemplo de la empatía que nos caracteriza.
Por eso, porque compartimos, sentimos y nos preocupamos por nuestro género, recordemos cada vez que abordemos un libro que la representación femenina que allí se manifieste nos involucra y no debemos estar ajenas sino más bien atentas y proclives a provocar la reflexión.

Para terminar, y dedicados especialmente a las mujercitas de antes y de ahora, algunos consejos, frutos de una vida que es cruel y es mucha:
Si las mandan a separar las lentejas de las cenizas, ustedes no vayan.
Si les ofrecen una manzana envenenada, digan “Gracias. Acabo de terminar una pera”.
Si tienen que trabajar para siete y solo les pagan con amor y protección, búsquense otro trabajo mejor remunerado. Que el amor con amor se paga, y el trabajo se paga con dinero.
Nunca, por ningún motivo, confundan a sus tiernas abuelitas con bestias feroces. No vayan a arrepentirse…
Y si se arrepienten de algo, que sea de algo que hayan llevado a cabo. Para que nadie después venga y les diga: “Mujer: hace mucho que sólo te arrepientes de lo que no has hecho”. [Cabal, Graciela (1998) Mujercitas eran las de antes. Buenos Aires: Sudamericana]

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