Borges se figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca y cuando fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, estaba empezando su irremediable ceguera y de allí su lamento: “Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche”.
Para Borges, las bibliotecas formaban parte de su vida, como medio para aprender y gozar del saber.
La famosa frase “Dime qué lees y te diré quién eres” no es tan cierta como parece, ya que según un artículo publicado por The New York Times, importantes líderes de empresas leen muy poco sobre negocios y construyen bibliotecas personales dedicadas a cómo pensar, no a cómo competir.
Por ejemplo, pocos empleados en Nike alguna vez llegaron a ver la biblioteca personal de su fundador, Phil Knight, que se localizaba en una habitación detrás de su oficina, según el artículo del diario norteamericano. Así, para entrar, había que quitarse los zapatos y arquearse: los techos eran bajos, el espacio íntimo, y había un grado de reverencia hacia estos volúmenes.
El valor de las bibliotecas reside no sólo en los saberes contenidos en sus volúmenes, sino en el ambiente casi místico que se disfruta.
Aquel que tiene la posibilidad de poder armarse una biblioteca en un rincón de su casa, tendrá la enorme fortuna de contar con un lugar de ensueño y un pequeño paraíso propio.
Borges, Jorge Luis. Poema de los dones. En: http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=150&p=Jorge%20Luis%20Borges&t=Poema%20de%20los%20dones (se puede escuchar el poema recitado por Borges)
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