Poner la mesa, pero solamente con libros, no sólo sería una dieta eficaz, sino una cura natural contra el estrés de la vida diaria. La biblioterapia, una ciencia beneficiosa y natural, sugiere alimentarse simplemente de buenas lecturas, para curar varios malestares.
La biblioterapia tiene su origen en la antigüedad, cuando se la incluía entre los preceptos para llevar una vida saludable. En el antiguo Egipto, en las entradas de las bibliotecas de los faraones se leía la expresión Sanatorio del alma, mientras que el romano Cornelius Celsus recomendaba la lectura de los grandes oradores como procedimiento terapéutico. Y los griegos también consideraban los libros un verdadero tratamiento médico, una medicina del alma.
Hoy, la biblioterapia no es una práctica muy común entre los médicos. Medicinas más duras y potentes ganan sobre el uso de esta técnica. Sin embargo, hay varios terapeutas que prescriben libros para curar algunos disturbios leves, pero difusos, y prescriben libros temáticos para ayudar a sus pacientes a encontrar estímulos para superar determinados obstáculos.
Instrumento de autoayuda
El tratamiento consiste simplemente en leer, como instrumento de autoayuda, de conciencia de uno mismo en situaciones psicológicas y sociales difíciles. "Recetar un libro ayuda a quien sufre a reflexionar sobre sí mismo, a enfrentarse, a potenciar sus capacidades y emociones", explica la psicóloga italiana Rosa Mininno, creadora de un sitio de Internet, www.biblioterapia.it, enteramente dedicado a esta ciencia, donde el libro es una herramienta de promoción de la salud y del bienestar personal y colectivo, un instrumento de terapia.
Hay dos clases de tratamiento: la biblioterapia clínica, dirigida a las personas con serios problemas de comportamiento social, emocional y moral, que se aplica en instituciones de salud mental, bajo la supervisión de psicoterapeutas, médicos y bibliotecarios. Y otra, más simple, para el uso y desarrollo individual, que es un apoyo literario personalizado y que tiene un carácter preventivo y correctivo. El objetivo es solucionar y prevenir aquellos problemas que podrían surgir en la vida diaria.
La persona que se somete a la biblioterapia generalmente tiene acceso a dos tipos de literatura: de ficción y didáctica. "Las novelas clásicas son minas preciosas, donde cada uno puede encontrar la nota justa para su corazón", explica Mininno.
El libro se trasforma en otro lugar compartido por el paciente y el terapeuta. En las clínicas, la biblioterapia se utiliza por tratar leves trastornos de ansiedad, alimentarios, sexuales, depresión. Es cierto que los libros estimulan la atención, la reflexión, los aspectos cognitivos y emocionales.
Un buen diagnóstico
El libro, cuanto más simple, mejor se adapta a la biblioterapia. Por esta razón es muy eficaz para ayudar a niños y adolescentes a superar momentos transitorios complicados. El bibliotecario se convierte entonces en un biblioterapeuta, que puede ser cualquiera de los profesionales que actúan conjuntamente en este programa. Es el que prescribe un material bibliográfico específico, para solucionar los problemas personales, pero también debe poseer algunas calificaciones: una comprensión profunda de la naturaleza psicológica del problema que se está tratando, la del contenido del libro prescripto, capacidad para formular hipótesis sobre el impacto que este material tendrá en la solución del problema.
Palabra de roedor
"Scott Fitzgerald es tal vez más agridulce que D. H. Lawrence", dice la rata Firmin al comer páginas enteras de libros en un sótano de una librería de Boston, con las que no sólo alimenta el estómago, sino su cerebro.
Firmin es el título y el nombre del protagonista de la primera y exitosa novela del filósofo americano Sam Savage, en la que el roedor aprende a leer al alimentarse de las grandes novelas.
"Al principio me limitaba a comer, royendo y masticando tan feliz, siguiendo los dictados de mi gusto. Pero pronto empecé a leer, un poco por aquí, otro poco por allí? Y según transcurría el tiempo fui leyendo más y masticando menos, para terminar pasándome todas las horas de vigilia leyendo y comiendo sólo los márgenes", dice la rata de esta fábula ingeniosa que enseña sobre los poderes redentores, transformadores, prodigiosos y curadores de la literatura.
Sin embargo, esta rata, culta y solitaria, con un hambre insaciable por los libros, refleja nuestra condición humana, a veces mejorable con la simple ayuda de un buen libro.
" Comer libros, entonces, puede ser un medio efectivo para el cambio de comportamiento. Según los adeptos, la biblioterapia es una forma de mostrar que la lectura puede transformarse en un medio para el encuentro con uno mismo y para la obtención de beneficios, no sólo culturales.
Lo que es cierto es que leer un libro ayuda a crecer.
La biblioterapia tiene su origen en la antigüedad, cuando se la incluía entre los preceptos para llevar una vida saludable. En el antiguo Egipto, en las entradas de las bibliotecas de los faraones se leía la expresión Sanatorio del alma, mientras que el romano Cornelius Celsus recomendaba la lectura de los grandes oradores como procedimiento terapéutico. Y los griegos también consideraban los libros un verdadero tratamiento médico, una medicina del alma.
Hoy, la biblioterapia no es una práctica muy común entre los médicos. Medicinas más duras y potentes ganan sobre el uso de esta técnica. Sin embargo, hay varios terapeutas que prescriben libros para curar algunos disturbios leves, pero difusos, y prescriben libros temáticos para ayudar a sus pacientes a encontrar estímulos para superar determinados obstáculos.
Instrumento de autoayuda
El tratamiento consiste simplemente en leer, como instrumento de autoayuda, de conciencia de uno mismo en situaciones psicológicas y sociales difíciles. "Recetar un libro ayuda a quien sufre a reflexionar sobre sí mismo, a enfrentarse, a potenciar sus capacidades y emociones", explica la psicóloga italiana Rosa Mininno, creadora de un sitio de Internet, www.biblioterapia.it, enteramente dedicado a esta ciencia, donde el libro es una herramienta de promoción de la salud y del bienestar personal y colectivo, un instrumento de terapia.
Hay dos clases de tratamiento: la biblioterapia clínica, dirigida a las personas con serios problemas de comportamiento social, emocional y moral, que se aplica en instituciones de salud mental, bajo la supervisión de psicoterapeutas, médicos y bibliotecarios. Y otra, más simple, para el uso y desarrollo individual, que es un apoyo literario personalizado y que tiene un carácter preventivo y correctivo. El objetivo es solucionar y prevenir aquellos problemas que podrían surgir en la vida diaria.
La persona que se somete a la biblioterapia generalmente tiene acceso a dos tipos de literatura: de ficción y didáctica. "Las novelas clásicas son minas preciosas, donde cada uno puede encontrar la nota justa para su corazón", explica Mininno.
El libro se trasforma en otro lugar compartido por el paciente y el terapeuta. En las clínicas, la biblioterapia se utiliza por tratar leves trastornos de ansiedad, alimentarios, sexuales, depresión. Es cierto que los libros estimulan la atención, la reflexión, los aspectos cognitivos y emocionales.
Un buen diagnóstico
El libro, cuanto más simple, mejor se adapta a la biblioterapia. Por esta razón es muy eficaz para ayudar a niños y adolescentes a superar momentos transitorios complicados. El bibliotecario se convierte entonces en un biblioterapeuta, que puede ser cualquiera de los profesionales que actúan conjuntamente en este programa. Es el que prescribe un material bibliográfico específico, para solucionar los problemas personales, pero también debe poseer algunas calificaciones: una comprensión profunda de la naturaleza psicológica del problema que se está tratando, la del contenido del libro prescripto, capacidad para formular hipótesis sobre el impacto que este material tendrá en la solución del problema.
Palabra de roedor
"Scott Fitzgerald es tal vez más agridulce que D. H. Lawrence", dice la rata Firmin al comer páginas enteras de libros en un sótano de una librería de Boston, con las que no sólo alimenta el estómago, sino su cerebro.
Firmin es el título y el nombre del protagonista de la primera y exitosa novela del filósofo americano Sam Savage, en la que el roedor aprende a leer al alimentarse de las grandes novelas.
"Al principio me limitaba a comer, royendo y masticando tan feliz, siguiendo los dictados de mi gusto. Pero pronto empecé a leer, un poco por aquí, otro poco por allí? Y según transcurría el tiempo fui leyendo más y masticando menos, para terminar pasándome todas las horas de vigilia leyendo y comiendo sólo los márgenes", dice la rata de esta fábula ingeniosa que enseña sobre los poderes redentores, transformadores, prodigiosos y curadores de la literatura.
Sin embargo, esta rata, culta y solitaria, con un hambre insaciable por los libros, refleja nuestra condición humana, a veces mejorable con la simple ayuda de un buen libro.
" Comer libros, entonces, puede ser un medio efectivo para el cambio de comportamiento. Según los adeptos, la biblioterapia es una forma de mostrar que la lectura puede transformarse en un medio para el encuentro con uno mismo y para la obtención de beneficios, no sólo culturales.
Lo que es cierto es que leer un libro ayuda a crecer.